Paco
Voluntario de la Asociación
Hola, soy Paco de Valencia, y quiero contar como Dios tocó mi corazón.
Llegué a “La Sal de la Tierra” de Alicante en el año 2009, a través de un familiar cristiano que me habló de Jesús, de cómo Él podía cambiar mi vida. Eso era lo que más deseaba porque ya tenía 52 años y estaba harto de cómo había vivido hasta entonces, con problemas de drogas, vacío y con un corazón de engañador. Mi familiar me animó a que lo intentara y me consiguió plaza en el centro.
Los comienzos fueron muy duros por la situación personal que yo traía, además, nunca había estado en un centro. Casi tiro la toalla en numerosas ocasiones, pero me decía a mi mismo que tenía que cambiar de una vez y tratar de conocer esa nueva vida que Dios me ofrecía.
Pasaban los meses y veía como personas que no me conocían de nada me cuidaban y amaban, esto tocaba mucho mi corazón, hacía que me planteara que quizás Dios era real y que, como ellos me decían, me amaba aún más.
El mismo año en que llegué al centro, en la convención anual de “La Sal de la Tierra”, acepté a Jesucristo como mi Señor y Salvador. El cambio en mi fue clamoroso, Dios tocó mi corazón, lo quebrantó totalmente, me humillé delante de Él, le pedí perdón y desde ese momento le rendí mi vida.
La Biblia dice en 1ª de Corintios 5:17 que “el que está en Cristo nueva criatura es”, en eso me basé y eso es lo que creo, en verdad soy una nueva persona. Sigo teniendo mis luchas, problemas y pruebas, como cualquier ser humano, pero sé que Dios me ayuda y fortalece. Desde que tomé la decisión de seguirlo, trato de cumplir lo que Él habló a mi corazón en esa convención… “si me amáis, guardad mis mandamientos” Juan 14:15.
Amo profundamente la Palabra de Dios porque es la que me da fuerzas cada día y me muestra el camino a seguir.
Manola
Miembro de la iglesia.
Hola, soy Manuela y quiero contaros, muy brevemente, como conocí a Cristo.
Mi vida era muy difícil, no dejaban de llegar situaciones complicadas que afrontar y, aunque había escuchado muchas veces hablar sobre el amor de Dios, no lo puede experimentar hasta que abrí mi corazón y le pedí ayuda.
Él vio mi dolor y entró a mi vida para ayudarme a caminar, sin duda recibí una gran recompensa tras entregarle mi corazón.
Cada día le doy las gracias por lo mucho que cuida de mi y de mi familia.